lunes, 11 de julio de 2011

Enrique Ubieta Gómez, director del mensuario cultural La Calle del Medio aclara que nunca ha sido funcionario, aunque esté en la lista.

Enrique Ubieta Gómez, ensayista e investigador, estudió filosofía en la Universidad de Kiev, Ucrania, antigua Unión Soviética. Cursó estudios complementarios de historia de la literatura cubana y de crítica literaria en la Universidad de La Habana y disfrutó de becas de investigación en el Instituto de Literatura Mundial de Moscú, en el Colegio de México y en la Biblioteca del Congreso de Washington. Realizó otros estudios de postgrado sobre filosofía, pedagogía y estética en las Universidades de Camagüey, La Habana y Kiev. Su participación en el equipo de investigación y de redacción de la Historia de la Literatura Cubana que preparó el Instituto de Literatura y Lingüística, devino en una escuela de recalificación sobre la ensayística y el pensamiento cubanos. En dos ocasiones recorrió diversos países para la preparación de sus libros: las zonas más intrincadas de los cuatro países más pobres de América Latina (Nicaragua, Honduras, Guatemala y Haití); visitó cada rincón de los veinticuatro estados de Venezuela.
Trabajó como investigador del Instituto de Literatura y Lingüística de La Habana. Cumplió como Director del Centro de Estudios Martianos y como tal miembro del Consejo y del Grupo de Dirección del Ministerio de Cultura de Cuba. En esa misma etapa fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional para la Conmemoración del Centenario de la Guerra de Independencia y de la Caída en Combate de José Martí y Antonio Maceo. Fue fundador y director de la revista de pensamiento Contracorriente. Fue investigador en la Biblioteca Nacional José Martí, período durante el cual recorrió Centroamérica y Haití. Además dirigió la Cinemateca de Cuba y la Videoteca Contracorriente del ICAIC. A partir de abril de 2008 trabaja como funcionario del Comité Central del Partido, y funda y dirige el mensuario cultural La Calle del Medio. Es Investigador Auxiliar del CITMA y ha sido miembro de numerosos grupos asesores del Ministerio de Cultura y del Partido.


Usted  se formó como filósofo en el  llamado “socialismo real” en la URSS, donde adquirió un bagaje académico que en algunos fue un lastre para entender lo que sucedió en Cuba en la década de 1990. ¿En su caso como operó esta experiencia?

En primer lugar tengo que decir que la experiencia de estudiar en la Unión Soviética fue para mi muy positiva. Primero porque la tradición de los manuales no primaban en la enseñanza de las propias universidades de soviéticas. Segundo, porque realmente tuve profesores muy buenos, y esos buenos profesores, lo que para nada se ajustaba n a ningún criterio dogmático o esquemático del marxismo, nos enseñaron a pensar. Siempre pienso que la universidad, como tal, no te prepara como especialista. Como especialista solo la vida entera estudiando y ejerciendo una determinada especialidad te hace tal, te hace especialista. La universidad lo que te enseña a pensar en el sentido que requiere una determinada especialidad y para enseñarte a pensar obviamente te tiene que dar la historia de esa especialidad y los elementos generales que la componen, pero el principal factor es ese, enseñarte a pensar. Mi paso por aquella universidad me enseñó a pensar. Por supuesto que como todos mis contemporáneos, jamás pensamos que aquello iba a terminar de la forma que terminó, pero si supimos ver también los grandes problemas que existían en aquel país, pudimos verlo de cerca, pudimos palparlo y conocerlo y eso también nos ayudó mucho en nuestra comprensión actual de lo que después sucedió.

Una de sus primeras responsabilidades editoriales  fue la fundación y dirección de la Revista de pensamiento Contracorriente,  desde 1995 hasta el 2004 en que dejó de publicarse. ¿Que significó este medio para el complejo  panorama ideológico y cultural de ese momento?

La revista, surge en el año 1994, con la intención de hacer contracandela, diríamos en “cubano”, a la desesperanza teórica que se había apoderado de las fuerzas de izquierda en el mundo, y estamos hablando del año 1994. Para los comunistas era casi vergonzoso pertenecer al partido,  y existía un cierto complejo de culpa general que había eliminado prácticamente la visibilidad de cualquier horizonte político o teórico en la vida de las personas. La revista, que se llamó así, Contracorriente, precisamente porque intentaba hurgar en corrientes que fuesen, más profundas que las que aparecían en la superficie, pero que nos llevaran por un camino más seguro que aquel que era generalizado. Esa revista intentaba, desde la seriedad, recuperar la confianza, el honor, recuperar el rigor en el análisis de la realidad cubana e internacional. Desde el principio no nos asumimos tanto como una revista académica, en el sentido puro de la palabra, como una revista política sin complejo, pero también en un tono académico y ensayístico, porque ambos se usaron en la revista.

En el 2008  nuevamente funda y dirige otro órgano de prensa,  el mensuario cultural La Calle del Medio.  ¿Qué necesidad sustentó la apertura de este medio dentro de las ya establecidas publicaciones de ese corte?

La Calle del Medio es algo totalmente diferente en su forma, no en su contenido, ni en sus propósitos tampoco. La Calle del Medio obviamente ya no es una revista académica, es una revista que aparenta ser “light” no solo por sus temas, sino también hasta por su forma, es decir, hay cierto despliegue fotográfico, imágenes en colores, temas muy variados que van desde la cocina hasta la vida cotidiana de las personas. La televisión, las telenovelas, pero su propósito central es dialogar con un público, lo más amplio posible, sobre sus valores sin que él se percate plenamente de que estamos conversando sobre valores, sin proponérselo de una forma, digamos tradicionalmente esquemática de que es lo que son los valores o algo grande, serio de lo que hay que hablar y de lo que existe una norma universal, no, como algo cotidiano, como hablan las personas en las casas, con la familia, los padres con los hijos, las abuelas con los nietos. Hablando de valores, pero a través de lo que sucede en las telenovelas, de lo que le sucede a las gentes en las calles, de lo que sucede a los peloteros cubanos, lo que le sucede a los músicos cubanos. Esa es la intención de la revista, una revista que no intenta convencer, intenta hacer pensar desde los temas preferidos por las personas, puede ser el reguetón o la última telenovela, pero hacerlos pensar, incluso en contra de su propia voluntad. Y yo diría el hombre y la mujer pisan la alfombra confiados, y yo se la retiro de pronto, de repente, para moverles el piso, y entonces se van a ver por un momento necesitados de aguantarse de algo y ese instante para mi es precioso. Hasta ese momento ellos pensaban que lo que ellos pensaban era la verdad absoluta, yo los hago dudar por un instante y buscar explicaciones para cosas que ellos pensaban que no había necesidad de explicar. No los voy a convencer, a lo mejor, no importa, pero ese es el propósito de las publicaciones.

¿Cuáles considera son los  aciertos y faltas de La Calle del Medio en sus tres años de existencia? 

Esa es una pregunta muy difícil, sobre todo para hacérmela a mí. Yo creo que la revista ha logrado lo que acabo de exponer en algunos números con algunos trabajos. Es decir, estoy conciente de que hay números mejores y números peores, que hay trabajos mejor logrados que otros. Algunos números que han pasando inadvertidos otros números que no existen en ninguna parte porque se han perdido. Todo eso forma parte del balance de una publicación. Yo creo que ya debemos avanzar hacia una etapa donde prime un poco más de planificación. La revista ha ido moviéndose con cierta espontaneidad buscando el pulso del momento, pero yo creo que debemos buscar también cierta planificación, sin que perdamos esa espontaneidad. En fin, es difícil decirte, las personas quieren la polémica, a veces lo que la gente espera no es lo que yo quiero dar, o hacia donde yo quiero mover el diálogo y la polémica. A veces la polémica se identifica como lo sensacional, digamos o cierto hipercriticismo y yo no persigo ni lo uno ni lo otro. Yo no percibo ni lo sensacional ni lo hipercrítico. Persigo temas polémicos, pero a partir de una cosmovisión muy definida. La crítica es necesaria, imprescindible, en Cuba, pero tiene que partir de una cosmovisión. La persona que hace la crítica tiene que saber exactamente que quiere, para qué la hace y qué está construyendo o destruyendo con eso. Sino se trata simplemente de señalar y señalar. Eso es un acto más bien egocéntrico.

Pudiera referirse a su experiencia  de “internacionalista por la libre”   en Centroamérica  que le permitió  escribir su libro “La utopía rearmada” (2002),  sobre el trabajo de las Brigadas Médicas Cubanas  en esa región.

Ese fue un período especial, sin utilizar ninguna otra palabra, muy especial de mi vida por muchas razones: yo acababa de salir de un trabajo muy político, académico, acababa de concluir una relación amorosa y de repente me ví con una mochila al hombro. Fue un proyecto que presenté y me respaldaron precariamente. Me vi con una mochila al hombro en Centroamérica, recorriendo país por país, a penas con dinero, sin respaldo financiero, en botella en lo que pudiese encontrar por el camino. Visitando una a una las brigadas médicas cubanas que estaban en los lugares más intrincados de cada país. Yo recorrí completo Nicaragua, Honduras, Guatemala y después Haití. Un año prácticamente de recorrido durante el cual estuve muy solo, en cada lugar donde yo llegaba estaba 3, 4 días, conocía a las personas y luego de 3 o 4 días estaba otra vez presentándome en otro lugar, diciendo, me llamo Enrique, mucho gusto como se llama usted…nunca tuve un lugar fijo donde compartir con personas, con allegados y fue un periplo duro, pero un periplo que por otra parte significó para mi muchas cosas, primero la misión internacionalista que no había tenido hasta ese momento y que yo asumí por cuenta propia. Aunque no tenga ningún reconocimiento de internacionalista, segundo una especie de doctorado sobra América Latina tremendo, no me lo puede dar ninguna universidad porque por cada camino de Centro América donde yo estuve y estuve en todos los lugares de los más pobres y recónditos, en todos los rincones de Haití, por ejemplo, un país tan asolado, tan pobre, pero al mismo tiempo tan rico cultural mente inusitadamente rico es Haití como cultura. Simultáneamente yo estuve leyendo todo lo que cayo en mis manos de la cultura y la historia de esos países. Aquello fue un doctorado sobre América Latina, al menos sobre Centro América y Haití y una experiencia vital inigualable porque tú puedes viajar a cualquier lugar del mundo, hospedarte en un hotel, pero conocer el país así, caminándolo, con anécdotas tremendas que me pasaron por el camino, peligrosas a veces. Me da risa, porque a veces mi padre me tuvo que mandar dinero desde Cuba para que yo sostenerme, imagínate la situación en que yo me   encontraba. Tengo una carta muy bonita de Almeida diciéndoles a mis padres como yo me encontraba y como estaba enfrentándolo todo porque el Comandante Almeida fue uno de los que propició que yo pudiese hacer ese recorrido y yo me encontré de casualidad con su hija en uno de esos rincones, que estaba haciendo de médico allá. Tengo una historia, realmente muy bonita, desde cierto punto de vista desgarradora para mí y desde cierto punto de vista enriquecedora al máximo. Si tuviera la misma oportunidad otra vez volviendo el tiempo atrás volvería a hacerlo otra vez. No me arrepiento en absoluto de eso.

En una entrevista del 2002 Abel Prieto expresó que pensar como funcionario mata la creación. Desde su propia experiencia  coincide   con esta aseveración.

Yo nunca he sido funcionario, nunca me he considerado funcionario, aunque esté en la lista de los funcionarios. Claro eso me crea muchos líos como funcionario, porque de alguna manera se me olvidan las reuniones, no hago bien el plan de trabajo, en fin pasan cosas… pero con el tiempo yo creo que las personas han aprendido también a valorar lo que doy y lo que no puedo dar y en ese dar y dejar de dar he mantenido una manera de ver el mundo que yo exijo que sea anti-funcionario. Para decirlo de otro manera, ser funcionario no es algo negativo per se. Yo creo que el intelectual revolucionario, para ser un verdadero creador revolucionario tiene que participar de la revolución y participar de la revolución no significa solo sentarse en un taburete a pensar la revolución, a leer libros de revolución y a escribir sobre la revolución. Significa hacerla también. No se puede escribir sobre la revolución sin participar de ella plenamente. Participar es un verbo muy amplio. Participar también es caminar frente a la plaza en una marcha cantando la internacional o cualquier himno de esos. Participar es también ocupar responsabilidades, ser responsable. Yo creo más en la crítica participativa que en la crítica a secas y por lo tanto a mi no me estorba ser  funcionario en ese sentido, m estorba únicamente en tanto me llene la vida de requerimientos burocráticos que me impidan la creación. Peo he logrado que los cargos que he tenido, las  responsabilidades que he tenido hayan sido siempre responsabilidades que me permitan la creación. Es decir, como director del centro de estudios martianos, como director de la Revista Contracorriente, como director de La Calle del Medio he sido también un creador, no he dejado de serlo. Por eso te digo que en ese sentido negativo no me considero funcionario, en sentido de estar comprometido con la revolución al punto de asumir responsabilidades frente a ella si me considero un funcionario

Su obra rápidamente se expandió a las nuevas tecnologías, de hecho su blog “La Isla Desconocida” es un referente para amigos y enemigos del país. ¿Cómo valora la situación de la blogosfera cubana?

En ascenso total, yo creo que cada vez se enriquece más, cada vez aparecen nuevas voces. Lo que al principio hubo que estimular, fue un espacio que hubo que estimular porque no existía una tradición obviamente era algo muy nuevo. porque los periodistas, … separaban su actividad en los medios tradicionales con eso que parecía que no llegaba a nadie en particular porque no se tenía al lector enfrente, al lado. Con el tiempo se han dado cuenta que hay una interactividad en la blogosfera, en Internet que no existe en la prensa plana, mucho mayor, mas intensa y mas inmediata y yo creo que hay un momento de enriquecimiento y de expansión de la blogosfera cubana. Cada vez aparecen nuevos blogs, pero además aparecen nuevos blogs muy buenos. Hace poco salió el blog de un amigo que se llama Jorge ángel Hernández, que es escritor en Santa Clara, es un excelente blog, también hace poco salió el blog de uno de uno de los colaboradores de La Calle del Medio, que es Jorge Wejebe, también muy buen blog y están apareciendo nuevos blogs todos los días y cada blog yo creo que aporta algo nuevo a la blogosfera y es me parece excelente.

¿Cómo valora la utilización de las nuevas tecnologías para subvertir los procesos revolucionarios en Cuba y otros países y la experiencia de su uso para la concertación y organización de los movimientos populares en el norte de África y más actualmente en España?

Las nuevas tecnologías han acortado las distancias y el tiempo entre las personas y entre los hechos. Estamos uno al lado del otro. Estés donde estés siempre estamos juntos, suceda lo que suceda en cualquier lugar yo me entero de forma casi inmediata. Esos dos sucesos: la cercanía de las personas y la inmediatez del tiempo hacen que las nuevas tecnologías adquieran un valor inusitado, cambian, transforman, revolucionan todo un sistema de información que hasta ahora existía en el mundo. Yo creo que las nuevas tecnologías son buenas porque son nuevas tecnologías y todo lo que los seres humanos produzcan que permita un mayor nivel de felicidad para la vida es bueno. El problema está en el uso. Creo que ha habido la intención de usar  esas nuevas tecnologías, (cuyo centro progenitor está en Estados Unidos, por supuesto, son los grandes productores de tecnología mediática), en este caso de Internet, se han intentado usar con todo el dinero que tienen en contra de la revolución cubana. pero creo también que aquí hay un capital humano tan fuerte  que ese intento fracasa con respecto a Cuba, aquí no tenemos mucho dinero pero tenemos a muchas personas pensantes, a muchos jóvenes capaces y como te decía en otro momento la blogosfera cubana sigue creciéndose con nuevas voces, así que yo creo que es muy difícil que eso constituya un peligro para Cuba, yo no lo veo como un peligro, lo veo como algo que si fue en un inicio un proyecto a través del cual se intentaba subvertir la realidad cubana pero que a la postre ha devenido una fortaleza más de la revolución. También creo que se ha sobrevalorado el papel de Internet en las revoluciones del Medio Oriente, y en otros lugares. Yo creo que ese papel llega hasta un punto, que en esos países llega hasta la clase media que es la que fundamentalmente lo utiliza. Hay grandes sectores del pueblo en esos lugares que no tienen Internet  y que han actuado, además por iniciativa propia por el hecho de que han sido personas históricamente explotadas, es decir que hay una serie de condiciones en esos lugares que no tienen nada que ver con Internet, pero se le ha querido dar a Internet  un papel que a mi modo de ver es exagerado y se ha querido usar en esos lugares   Internet, sobre todo manipulando la opinión pública desde la clase media para reorientar las grandes revoluciones que se han producido o las grandes rebeliones, para decirlo más exactamente que se han producido allí en un sentido no revolucionario. Eso si ha sucedido, pero eso es más difícil que pueda darse en Cuba

Pudiera hablarse que la Revolución de las nuevas tecnologías y de las redes sociales sobrepasan las formas de convocatorias tradicionales de los Partidos y organizaciones de izquierda. ¿Considera existe una insuficiente apropiación de sus principios en el llamado trabajo político-ideológico, incluyendo nuestro país?

Por una parte creo que nosotros necesitamos revolucionar los medios, necesitamos readaptarnos a las nuevas condiciones porque la información transita tan velozmente que si no hacemos eso nos quedamos obsoletos, es decir, las noticias llegan antes de que salga el periódico, la gente se entera de las cosas antes de que lo diga la prensa, eso no tiene sentido ninguno, por lo tanto es imprescindible que la tecnología  revolucione nuestra propia capacidad de hacer prensa, de hacer noticia, por una parte y por la otra vivimos en un mundo tan intercomunicado, donde la cultura predominante es la capitalista y en las guerras de valores que nosotros todos los días estamos liberando es preciso buscar nuevas formas de trabajo político-ideológico, que a mi no me gusta decirle así, me gusta decirle de trabajo cultural, nuevas formas de  trabajo cultural porque de lo contrario corremos el riesgo de perder esa guerra y esa guerra es más importante que la militar. Siempre digo que los vietnamitas ganaron, sobre todo la guerra cultural, los norteamericanos habían ocupado el país, tenían bombas de todo tipo, armas de todo tipo, pero ganaron la guerra cultural y botaron a los americanos, los soviéticos tenían bombas de todo tipo, aviones de todo tipo y armamentos de todo tipo y perdieron la guerra cultural y no se disparó un tiro. Nosotros, hasta el momento, hemos ganado la guerra cultural, pero esta guerra es todos los días. Que la ganáramos ayer y que la ganáramos hoy por la mañana no significa que la ganemos mañana. Hay que pelearla día a día y sobre todo hay que pelearla mente a mente, hombre a hombre.

Su concepto cambia de político-ideológico a político cultural. ¿Por qué para usted es más  importante así?

Porque creo que lo político e ideológico son apenas aspectos muy puntuales dentro del concepto de  cultural que diferencia a un sistema del otro. Para mi el capitalismo __del puntito de cultura o de pseudos-cultura, como le quieras llamar muy particular, que incluye esa pasión consumista que generan las personas incluye una visión del mundo, una cosmovisión que es opuesta a la alternativa que estamos tratan do de implementar en Cuba por tanto se trata de una guerra cultural. Para ponerte un ejemplo, para mi las paginas, en la prensa anti-chavista, en Venezuela, las páginas decididamente contrarrevolucionarias e la prensa anti-chavista no son las que discuten las opiniones de Chávez, no son las que dicen Chávez se equivoca en esto…, eso nada más que lo lee la clase media que está ya en contra de Chávez decididamente antes de leer eso, lo lee un sector del pueblo pero este sector desecha rápidamente las cosas que se dicen ahí. La verdadera guerra no es esa, la verdadera guerra está en las páginas de lo que llamamos la pagina rosa de la prensa, donde salen las fotos de los millonarios en sus yates o en sus recepciones, donde se habla de la nobleza europea donde se habla del mundo del juego, de miss Venezuela y de los concursos de belleza, esa  es la verdadera propaganda  antisocialista o anticomunista, cuando una familia venezolana pobre, de los márgenes de la ciudad, que apoya a Chávez, vota a Chávez y estás en todas las misiones,  el domingo se viste como mejor puede y va la familia completa a la tienda más lujosa de la capital, solo a pasear y ver la tienda por fuera esa persona, todavía culturalmente está atrapada por el capitalismo, por lo tanto esa persona muy fácilmente tú la reviertes, y vota por Chávez, la verdadera guerra es esa y es una guerra cultural que trasciende, incluso el aspecto puramente ideológico.

Enrique Ubieta Gómez cuenta con  el Premio Nacional de Ensayo Enrique José Varona de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y los Premios Razón de Ser para proyectos de investigación y Mirta Aguirre de Crítica Literaria. Obtuvo el Premio Abril a personalidades de la cultura cubana y recibió el Sello V Congreso de los CDR. Obtuvo Mención en el Premio Nacional de Periodismo 26 de Julio de 2000 y en 2001 recibió el Premio de Ensayo EPO-Abril, distinción conjunta de las editoriales homónimas de Bélgica y Cuba, en su primera convocatoria. En 2002 su libro La utopía rearmada obtuvo el Premio Anual de la Crítica Científico – Técnica (Ciencias Sociales) y recibió la Distinción por la Cultura Nacional. En este año 2011 recibió la Distinción Félix Elmuza.


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